Ambientes inseguros impactan de forma desigual; infancias y juventudes son las más afectadas, advierte especialista de la Universidad

El impacto no es homogéneo, a todos nos afecta, pero no a todos en la misma forma ni en la misma medida advirtió el investigador universitario, doctor César Jesús Burgos Dávila al hablar sobre los efectos que la situación de violencia que se vive desde hace un año en la entidad ha generado en la salud mental, emocional y física de la ciudadanía, pero además en la estructura social, económica y política de los sinaloenses.

El coordinador del Laboratorio de Estudios Psicosociales de la Violencia de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) explicó que esta crisis de violencia en el estado ha traído consigo profundos daños que varían según la edad, el entorno social, económico y la exposición y proximidad a los hechos violentos.

El impacto no es y no puede ser homogéneo, es decir, a todas y todos los sinaloenses nos trastoca, pero no a todos nos afecta igual ni en la misma medida (…) es importante pensar en las particularidades, por ejemplo, de los grupos etarios, la afectación en las infancias, la afectación en las adolescencias, la afectación en las juventudes, en la vida adulta”, apuntó.

En ese sentido, indicó que uno de los grupos más lastimados por esta situación, es el de las infancias, debido a que están creciendo con referentes sociales, culturales, políticos y económicos en donde el narcotráfico y la violencia siempre están presentes. Así mismo, señaló que las juventudes también están padeciendo esta ola violenta, pues se enfrentan a un panorama de incertidumbre.

El referente común que se acentúa y que cada vez lastima de manera más lacerante es este y esto provoca que las infancias crezcan con miedos, con preocupaciones, con pérdidas, con dolor, con la no comprensión (…) La pregunta es ¿hay futuro aquí en Sinaloa? ¿Las juventudes pueden vivir su juventud dignamente?”, reflexionó.

Enfatizó que esta violencia sostenida ha trastocado la vida diaria de las personas, pues las ha obligado a modificar sus rutinas y horarios, a vivir en un confinamiento forzado, esto sumado a una constante sensación de incertidumbre, de miedo, de un permanente estado de alerta, de desesperanza ha impactado no solo en la salud mental de las personas, sino que también en su bienestar fisiológico y en el deterioro del tejido social.

Nuestro cuerpo reciente emociones, nuestro cuerpo manifiesta, no sé, trastornos del sueño, estrés, otras cuestiones que tienen que ver con lo biológico, no todo es mente, entonces podemos pensar en las afectaciones psicológicas, fisiológicas, las otras afectaciones que tienen que ver con el tejido social son nuestras redes comunitarias, lo que estamos presenciando en los espacios públicos es la nula capacidad para la resolución de conflictos por la vía pacífica”, subrayó.

El especialista en psicología social señaló que esta “narcopandemia” también ha traído consigo una crisis económica marcada por despidos, cierres de negocios y precarización laboral, ya que los trabajadores se han visto obligados a aceptar condiciones laborales cada vez más vulnerables, lo cual también ha provocado la migración forzada de los sinaloenses a otras regiones del país e incluso del extranjero.

Esas no son decisiones voluntarias, esas son decisiones que se toman en el marco de un contexto político donde la propia realidad nos expulsa”.

 

Algo que se está acentuando en estos años es la percepción de desesperanza y de incertidumbre, existen manifestaciones y activismos políticos muy importantes, con mucha fuerza, y eso no se debe perder, o sea, la ciudadanía debe de mantenerse en el reclamo, en la visibilización del problema, en la convocatoria, a recuperarnos, a escucharnos, a participar, a que exista la rendición de cuentas, a que se procure la justicia, a que exista una verdad”, dijo.

El universitario mencionó que el entorno educativo tampoco ha sido ajeno a estos conflictos violentos, pues los recortes de horario, la migración y la improvisación de los formatos de enseñanza, la suspensión de clases por conflictos armados ha afectado el proceso formativo de los estudiantes.

Burgos Dávila opinó que la ciudadanía lejos de sentirse seguros al circular por la ciudad, el incremento desmedido de presencia militar en las calles, la vigilancia constante, los retenes solo ha acentuado aún más el miedo en la sociedad, quien se cuestiona la presencia de estos cuerpos en el espacio público.

Si bien puede que haya dado resultados, no necesariamente se traduce a un bienestar social, necesariamente se traduce a un incremento en la percepción de seguridad pública o social, o al incremento en el reporte de una mejor calidad de vida, la ciudad está militarizada, pero nos sentimos más seguros con esa militarización”, manifestó.

Frente a este panorama, el investigador universitario consideró que la Universidad Autónoma de Sinaloa tiene un papel fundamental en la reconstrucción del tejido social, al aportar desde su quehacer institucional, es decir desde la academia, la investigación, la vinculación, la cultura y el deporte al fortalecimiento de las juventudes, a la recuperación de espacios y a la construcción de una paz duradera en Sinaloa.

Se tiene que ser una práctica transversal en todos nuestros niveles y seguir trabajando en la formación y en el fortalecimiento de una ciudadanía activa, crítica, participativa y que contribuya a la generación de espacios de paz”, concluyó Burgos Dávila.

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